El llegar a sorprender con un conjunto de palabras podría llegar a ser algo tan tedioso, y eso es lo que algunos hombres, o simplemente algunas personas en general no entienden, por qué perder el tiempo en algo de poca importancia, y aun más cuando vivimos en una ciudad en donde cada segundo es primordial y se nota en la cantidad de accidentes que sufren nuestros queridos ciudadanos.
El molesto "tic-tac" que escuchamos de las agujas del reloj, podría llegar a ser tan sólo un simple suspiro o una terrible muerte, entonces es ahí cuando se hace extremadamente difícil no pensar en la estúpida idea de que el final se acerca, rápidamente, y no me refiero a las tonterías del "fin del mundo". La población se ha convertido en una humanidad rígida, insensible, apresurada e incluso inhumana, en donde el pensamiento principal es "el beneficio propio", los fuertes se apoderan de los débiles y así los vuelven sus esclavos.
El mundo se desarrolla, y la los sinónimos periodo, lapso, intervalo o momento se van disipando con el hecho de aumentar cada vez más la velocidad hasta ahogarnos, desde el primer beso de una linda, pequeña y dulce niña hasta su último grito. Pero en realidad nos quejamos porque la espera nos frustra, desequilibra y vuelve insoportablemente impacientes o porque la rapidez nos aterra, controla y sorprende como a unos inocentes ignorantes.
Me asquea el ridículo pensamiento de acelerar o detener, finalmente siempre llegara la exquisita muerte a violarnos lentamente y apoderarse de nuestros vulgares deseos. En fin seguimos viviendo de las asquerosas banalidades mientras esperamos o buscamos nuestro encuentro con aquel.
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